jueves, 31 de mayo de 2012

DÍAS DE GRACIA

O la maldición del barrio bajo.


A Emílio Azcarraga Milmo se le adjudica una frase que causa polémica por la crudeza de sus palabras: "México es un país de una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil."

Me da la impresión de que algo así sucedió en el inconsciente colectivo de los cineastas mexicanos de los últimos años. Como que algún ente maligno llegó y, al estílo Inception, les plantó en la cabeza una idea similar: "México es un país muy jodido, que no va a salir de jodido. Para el cine es una obligación recordarles todo el tiempo su triste realidad y su futuro difícil."

Muchos nos estamos quejando y quejando de que el cine mexicano abusa del morbo para venderse. En realidad no es un fenómeno reciente como hemos llegado a pensar. Es una costumbre que ya sucedía desde la Época de oro. El cine mexicano se alimenta de una extraña necesidad por contar historias tremendas donde todo sale mal. ¿Reflejo de un trauma nacional?, Quizás. Dias de Gracia, una película de Everardo Gout, con Tenoch Huerta, Carlos Bardem, Paulina Gaitan y Dolores Heredia, es la última adición al acervo de nuestras tragedias fílmicas.

Desde el princípio se nos muestra que eso es lo que vamos a ver. Son tres historias entrelazadas que giran en torno a una banda de secuestradores, un policía que se discute entre la corrupción y la honradéz, y la família de uno de los secuestrados. Todo enmarcado en el contexto de tres mundiales de futbol diferentes y con la idea de que la vida es un juego en equipo donde, si uno falla, todos pierden.

Esta película le apuesta a contar su historia con lujo de acrobacias técnicas y efectos visualmente apantallantes. Así como en la cinta brasileña Ciudad de Dios, Días de Gracia es un relato de cosas sórdidas contado con la estética de un videoclip.

Mientras que en películas recientes como El Infierno y Miss Bala, Se le da una importancia primordial al desarrollo de los protagonistas, de tal forma que nos involucramos de lleno con ellos, los personajes de Días de Gracia son apenas un bosquejo. Son estereotipos más cercanos a la cinta palomera de acción que al melodrama crudo, y no es casualidad. Días de gracia está entre los dos generos y no sabe a cual tirarle. El personaje del policía, que tiene la puntada de llamarse Lupe Esparza y ser apodado "El Bronco", se va transformando en un héroe de acción y va llevando la trama por ese lado, al grado que de pronto lo vemos colandose a guaridas y matando malos a mano limpia cual si fuera un émulo de Steven Seagal. Esos son los momentos mejor logrados de la película.

Volviendo a El Infierno y Miss Bala, en éstas dos películas, los protagonistas son víctimas impotentes de las circunstancias y lo que los mueve es el miedo y la desesperación. En Días de Gracia, tanto las víctimas del secuestro, como los familiares, el policía y hasta uno de los secuestradores se apoyan en su valentía para salir del círculo de violencia en el que están metidos. Por un momento parece que Días de gracia va a dejar atrás el cliché de la tragedia sangrienta y se va a convertir en una historia de justicieros, cosa que a estas alturas sería como una bocanada de aire fresco para el cine nacional.

Pero no. De pronto Días de Gracia se detiene y piensa "¡un momento! ¡soy una película mexicana! ¡No puedo dejar que nadie gane!"  y lo que prometia ser novedad se vuelve pan con lo mismo. La misma moraleja fatalista.

En México nadie puede triunfar. Nacimos fregados y así nos moriremos. Somos una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida, y así hasta el fin de los tiempos. Días de Gracia, una espectacular producción con grandes actuaciones y sorprendentes efectos visuales hecha para recordarnos que vivir en México apesta.

No sé ustedes, pero honestamente yo ya tengo ganas de que el bueno de la película gane sin importar que haya nacido en Tepito o en la Guerrero. Ya tengo ganas de volver a ver héroes que no sean norteamericanos y que no hayan salido del FBI, para variar. A estas alturas ya extraño al Santo, a Lola la trailera, y hasta al Chapulín Colorado.

Por Abel.

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