lunes, 19 de diciembre de 2011

Don Gato y su Pandilla


¡Sufro, sufro, sufro!
 
Don Gato y su pandilla es un caso interesante en el mundo de los dibujos animados. Una serie norteamericana que pasó sin pena ni gloria en su país natal y se convirtió en una de las series más queridas y populares en el nuestro. Con 24 capítulos, los simpáticos gatitos han entretenido a quien sabe cuantas generaciones de niños y adultos mexicanos. Es una de esas raras caricaturas que pueden ponerse a ver un padre y un hijo y reír ambos por igual.  Muchos dicen que el tipo de humor urbano de barrio bajo y la personalidad descarada pero noble de Don Gato es lo que hizo conexión con el humor nacional, junto con el genial doblaje que acabó por mexicanizar la serie de lleno.

Desde ese punto de vista, Don Gato comparte, como invitado especial, una larga tradición humorística con Tin Tan, Cantinflas, Clavillazo, Resortes, y hasta Ponchito y Doña Margara, por citar ejemplos más recientes. Con esto en mente, no es raro que en Warnes Brothers, Don Gato estuviera en el Archivo Muerto cuando en Ánima Estudios tuvo la iniciativa de producir un largometraje con la franquicia.

El resultado fue una película animada que se estreno en septiembre de 2011 y que rompió records de taquilla el día de su estreno. No es para menos, ¿quién no quiere volver a ver a Don Gato? Es como si Kathy la oruga reviviera su carrera en una película de Pixar. Bueno, estoy exagerando, más bien fue como cuando el Chavo del Ocho fue refriteado en una serie de dibujos animados. Eran los mismos chistes de siempre, pero la gente nunca se cansa de ver al Chavo. Igual con Don Gato.

Con esa ilusión de aficionado fui muy contento a ver la película y salí decepcionado. La película no es mala. Tampoco es buena. Tristemente, no logra ir más allá de lo mediocre.

Primero los aciertos. El mayor acierto es que respetaron por completo la personalidad de Don Gato. Es tal y como lo recordamos. El clásico tramposo encantador que nos hizo reír tantos años está de vuelta y no cambió nada. Otro acierto es que el trabajo de animación de los estudios Ánima  ha mejorado considerablemente, al grado que esta película se ve fluida y limpia, y los personajes no cambian horriblemente de forma como en películas anteriores. 

Y aquí es donde empieza la letanía de quejidos. Pues por muy Don Gato que sea, esta película sigue siendo una producción de Ánima, y como todas las películas de Ánima, su punto débil sigue siendo el guión. Es una historia que no tiene nada que ver con el universo de Don Gato. De hecho, es una historia genérica de esas que se pueden adaptar a cualquier película dominguera sin muchas aspiraciones. ¿Robots gigantes? ¿Un villano malévolo pero torpe? ¿Personajes planos y sin profundidad? ¿Qué rayos estoy viendo: Don Gato y Su Pandilla o la secuela del Super Agente 00-P2? Hasta pudieron haber metido en esta aventura al Chavo del Ocho y no hubiera cambiado nada.

Don Gato se desenvolvía en un ambiente 100% realista y urbano. Su característica era que podía involucrar problemas como la delincuencia y el abandono infantil en una sencilla trama de humor blanco para niños. En la película decidieron irse por el camino fácil y llenar la historia de elementos baratos de ciencia ficción chafa y chistes tontos. Después de todo, los niños se ríen de cualquier cosa, ¿no?. Hablando de tontos, el villano es un personaje nuevo llamado Lucas Buenrostro y es en el que llevaron su política de tontería barata al extremo. Es un personaje sin profundidad, sin carisma y sin atractivo de ninguna clase. Es notable que un villano de la serie original, el Gran Gus, hace un cameo en la película y resulta mejor desarrollado y con una personalidad mucho más interesante que Buenrostro.

Éste último solo se limita a sobreactuar, contar el mismo chiste una y otra y otra y otra y otra y otra vez, (¡Se la pasa diciendo que es bien guapo y en realidad es horrible! ¿no es jocosísimo? Jajajajaja) y básicamente a servir como una colección de clichés mal combinados. Otra vez, es un villano genérico típico de las películas de Ánima, pero que nada tiene que ver con Don Gato. Y el peor crimen es que recibe una insana atención y cantidad de tiempo en pantalla mucho mayor que los personajes principales.

Otro problema: La pandilla no tiene nada que hacer en la película. Don Gato vive mil aventuras y Benito, Cucho, Panza, Demóstenes y Espanto literalmente se quedan esperando a que Don Gato termine de vivir sus aventuras. En lugar de darles un papel activo o ahondar en sus vivencias personales, no los sacaron de su papel de comparsas y por lo tanto, están nada más que de adorno. Todavía el Oficial Matute se desenvuelve más. Es otro personaje bien respetado y que también aporta los mejores momentos de la película. Los mejores chistes vienen de Demostenes. Lo cual tiene sentido ya que el humor de esta película es muy tonto. Ni siquiera es tonto fársico como en Rescatando al Soldado Pérez, sino que es planamente tonto. Tiene sentido que Demostenes se comporte así, pero que Benito y compañía también se comporten como tontos es ya un error garrafal.

Entiendo por que a la gente le encanta la película y la defiende tanto. Está llena de guiños y referencias a la serie original. Muchos de los personajes que recordamos están ahí: Arabela, Laslo Losla, el Gran Gus,  el marajá de Pocajú, hasta Mimosa llega a aparecerse por ahí. Lo malo es que en general no están integrados a la historia y solo aparecen como detallitos para activar el sentimiento nostálgico en los fans. Y por lo visto, funcionó de maravilla. Don Gato y su Pandilla le va a encantar a los nostálgicos por el show, que después de haberse olvidado de todos los elementos nuevos, seguirán recordando con gusto como los elementos viejos reaparecieron en la pantalla grande. 

Sé que pudo ser peor. Si hubiese sido producida en EEUU, estoy seguro de que habría estado llena de chistes vulgares, dobles sentidos, canciones de pop y cameos de Lady Gaga y algún rapero de moda. Tristemente, así como las películas norteamericanas se están ganando esa mala reputación, en el cine animado en México no hemos superado la etapa del humor bobo. Así como se creía en los años veinte que al público bastaba mostrarle animalitos chistosos para hacerlo reír, aquí parece que la consigna es hacer las historias de lo más simplonas, tontas y planas.

Creo que ya estuvo suave. Don Gato merece algo mucho mejor que esto. El público mexicano merece algo mucho mejor que esto. ¡Es hora de ver más allá!, aunque para eso tengamos que trabajar o algo peor, mis canchanchanes.

Por Abel

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