Cuando
la realidad y la fantasía se hacen bolas.
En
el año de 1989, la imaginación de los inocentes niños del mundo fue conquistada
con una película maravillosa llamada ¿Quién engañó a Rogger Rabbit?. La mezcla
de actores reales con caricaturas provocó un pasón masivo de fantasía en
nuestras mentes. Sumado a eso, a los niños mexicanos nos tocó una época de oro
en materia de animación, desde el boom del animé con Los caballeros del Zodiaco
y Dragon Ball, hasta los horripilantes monos de la escena alternativa de
animadores norteamericanos, con caricaturas como Los Simpson o Ren y Stimpy, y
por supuesto, los Animaníacs y demás producciones novedosas de la WB.
Alrededor
de los nueve años descubrí entre la colección de VHS de mi padre una copia de Heavy
metal. Fue una experiencia reveladora. ¡Las caricaturas también eran para
adultos! El sexo, la violencia y las groserías también existían en su universo.
Eso, más allá del morbo inicial, me demostró que la animación era un medio para
exponer temas maduros y no solo un entretenimiento infantil.
Pero
hubo un pionero en el mundo occidental que había iniciado con ese concepto
muchos años atrás. Se trata de un animador norteamericano llamado Ralph Bakshi.
En los años setenta causó gran revuelo con El gato Fritz, película animada
protagonizada por un gato lascivo que iba por el suelo americano provocando
destrozos. El prestigio de Bakshi se construyó sobre esa premisa de dirigir
películas animadas con personajes malhablados y viciosos, por lo que su cine siempre
estuvo sumergido en la escena underground. Para los años noventa, los tiempos
habían cambiado y Bakshi estaba listo para llevar su visión al cine comercial.
El
plan original era que Mundo cool fuera una historia de terror ambientada en un
universo de caricatura. Una mezcla de animación y acción viva al estilo de Rogger
Rabbit. Era la historia de un monero que le entra con su propia mona y ésta da
a luz a un extraño ser mitad caricatura y mitad humano. Sin embargo, el
productor de la película quiso llevar el proyecto por un camino distinto y se
atrevió a ordenar una reescritura completa del guión sin tomarse la molestia de
avisarle a Bakshi. El resultado fue la película que finalmente vimos, y que
Bakshi accedió a dirigir, según sus propias palabras, porque necesitaba el
dinero.
Un
miembro más del escuadrón de películas de relleno que pasan en canal 7 en la
tarde, mucha gente ha visto Mundo Cool
pero casi nadie le ha agarrado la onda. No culpo a nadie, Mundo Cool es un caos de principio a fin. Es
la misma trama del monero que viaja al mundo de las caricaturas y se involucra
con una sensual mona bajo las sabanas de tinta china. Pero después la trama se
vuelve más confusa, e involucra a Brad Pitt como un acartonado policía humano
que vive atrapado en el mentado carimundo, un científico que descubre un portal
que puede transportar a las caris al mundo real, una chava animada que quiere
con el poli, y una bola de caricaturas orates que aparecen y desaparecen sin
ton ni son durante toda la película.
Es
demasiada información como para concentrarse en el drama del monero que trata
de... bueno, ni siquiera estoy seguro de lo que pretende lograr el monero.
¿Quiere volver a su mundo? ¿Quiere quedarse con la mona? La mona es todavía más
confusa. Primero lo único que quiere es tirarse al monero. Luego, como si fuera
una versión cachonda de Pinocho, quiere volverse una mujer real, luego quiere
¿conquistar el mundo? Quien sabe a que hora pasa de ser el estereotipo de la
rubia tonta a ser una super villana. Brad Pitt nos deleita con la peor
actuación de toda su carrera. Hasta en 12 MONOS, (donde irónicamente, actúa
como una caricatura) lo hace mil veces mejor que aquí. ¿Que es, entonces, lo
que vale la pena de esta abominación? Pues lo que mejor hace Bakshi: la animación.
El universo de Mundo cool es una carta de amor a la historia de la animación
desde los tiempos de Mickey Mouse hasta la escena indie de los años noventa. Es
una locura desbordante de diversión. Más que la trama de la película, lo que me
atrapó fue ver a tantos monitos locos haciendo y deshaciendo por todos lados.
Hace
rato mencioné que la animación es un gran medio para exponer temas maduros
desde un ambiente único. Mundo Cool
no pretende eso para nada. Es una película pasada por alcohol y hongos alucinógenos
a las tres de la mañana. Es como viajar a otro planeta donde no hay más reglas
que dejar que la mente brinque por la casa toda la noche. Solo por eso vale la
pena verla. Esta película cumple con lo que promete en su título: no será muy
buena, pero sí muy cool.
Por
Abel.
www.echalecacaro.com
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