martes, 1 de noviembre de 2011

LA TUMBA DE LAS LUCIÉRNAGAS

Somos hermanos en la guerra  y en la paz.
 
No se muy bien por que razón el melodrama es un género tan popular en casi todo el mundo.  Es notorio que en Latinoamérica, donde la sociedad es aprehensiva y llorona por tradición, las telenovelas y las series de contenido dramático son las favoritas del grueso de la gente. Sospecho que ver las tragedias de un personaje en televisión es una manera de humanizarse a uno mismo y hacer leve la carga, proyectando los dramas propios en una historia que tarde o temprano tendrá una resolución, así sea trágica o feliz. 

En el terreno de la ficción, la forma más fácil de explotar el melodrama es concentrarse en el sufrimiento en sí. Es buscar que el público encuentre una catarsis a través de los ríos de lágrimas y quejidos del protagonista, generalmente rodeado de gente horrible que goza haciéndolo sufrir. Pero un buen melodrama es el que le da una dimensión humana a sus personajes, los “buenos” y los “malos” por igual, y nos lleva a aprender algo bueno de las calamidades que vemos a lo largo de su historia.

La Tumba de Las Luciérnagas, una película animada de 1988, dirigida por Isao Takahata, es una de las películas más tristes que he visto en mi vida. El hecho de ser una animación de estilo anime, con personajes de ojos enormes y caras tiernas, solo mitiga un poco la cruel historia que cuenta. 

Es la historia de Seita y Setsuko, dos hermanos que se quedan huérfanos y pierden su casa durante la fase final de la Segunda Guerra Mundial. Seita, al ser el mayor, se convierte en el protector de su pequeña hermanita, y lucha por mantenerse y  mantenerla con vida en un Japón destruido y desolado.
La Tumba de las Luciérnagas está basada en un libro de Akiyuki Nosaka. Es una historia real que a él le tocó vivir junto con su pequeña hermana, y que escribió como novela para sublimar los recuerdos de esa experiencia tan difícil.

En palabras de Isao Takahata, esta adaptación al cine no busca transmitir un mensaje en contra de la guerra, sino más bien en contra de la insensibilidad humana. Lo vemos claramente en los intentos infructuosos de Seita al buscar ayuda entre la gente del pueblo, quienes están muy preocupados por sus problemas personales como para tenderle una mano.

Pero estas personas no están retratadas como gente sin corazón, sino como otras de tantas víctimas de la guerra, y en su camino, Seita y Setsuko también encuentran gente que les ayuda dentro de lo poco que pueden hacer para mejorar su situación.

Es una muestra de cómo todos los aspectos de una sociedad se conjugan en medio de una tragedia de grandes proporciones, y de cómo la hermandad es esencial para la supervivencia, aún entre gente que no se conoce.

El propio Seita parece, en cierta medida, el culpable de sus desgracias. De pronto se muestra muy arrogante o ingenuo como para afrontar la situación de una mejor manera, pero a fin de cuentas es un muchacho en la pubertad, que tendrá que aprender de sus errores aunque estos tengan graves consecuencias. La pequeña hermanita es enternecedora a más no poder. Su función en la historia es tocar de manera maravillosa las fibras sensibles del público y representar a la parte más débil  de las víctimas de un conflicto con el que nunca tuvieron nada que ver.

La Tumba de las Luciérnagas ha tenido un impacto profundo en la cultura popular de Japón. Después de esta versión animada, se produjeron otras dos adaptaciones en acción viva. Una especial para la televisión en 2005 y una para los cines en 2008. Sin embargo, la fuerza que tiene la versión de Takahata proviene precisamente de la expresividad de los personajes animados. Hay momentos de calma y de risas entre ambos hermanos que le dan un buen balance a la historia, y en esos momentos la animación llega a un nivel de belleza admirable. 

La Tumba de las Luciérnagas puede ser difícil de ver para mucha gente, pero es una película imperdible, que te deja reflexionando un buen rato. Es una película que toca inquietudes profundamente humanas, y debe ser por eso que tanto los fans del anime como los eruditos del cine coinciden en que esta película es un verdadero clásico.

Por Abel
www.echalecacaro.com

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